Los agujeros negros, unos vacíos voraces en el centro de las
galaxias, moldean el crecimiento y la muerte de las estrellas a su
alrededor, por medio de su poderosa atracción gravitatoria y las
eyecciones explosivas de energía que generan.
Visualización del efecto de alineamiento de
los chorros relativistas, compuestos por corrientes de gases ionizados
de alta potencia, debido a las fuerzas magnéticas generadas por el espín
de un agujero negro. Crédito: Ralf Kaehler y Jonathan C. McKinney
Las fuerzas gravitacionales crecen tan potentes cerca de un agujero
negro que ni siquiera la luz puede escapar de su interior, de ahí la
dificultad de observarlos directamente. Los científicos infieren las
características de los agujeros negros por su influencia sobre los
objetos astronómicos que les rodean: la órbita de las estrellas y los
cúmulos de energía. Con esta información en mano, los científicos crean
modelos informáticos para comprender los datos y hacer predicciones
sobre la física de las regiones distantes del espacio. Sin embargo, los
modelos sólo son tan buenos como sus supuestos.
“Todas las pruebas de la relatividad general en el límite del campo
gravitatorio débil, como en nuestro sistema solar, caen directamente en
la línea de lo que Einstein predijo”, explicó Jonathan Allen, profesor
adjunto de física en la Universidad de Maryland en College Park. “Pero
hay otro régimen, que todavía no se ha probado, y que es el más difícil
de probar – que representa el límite de un fuerte campo gravitatorio. Y
de acuerdo con Einstein, la gravedad es más fuerte cerca de los agujeros
negros”.
Esto hace de los agujeros negros la mejor prueba experimental de la teoría de Einstein de la relatividad general.
Aunque los agujeros negros no pueden ser observados, por lo general
están acompañados por otros objetos con características distintivas que
se pueden ver, tales como los discos de acreción, que son discos de
materia supercaliente en nuestro lado del “horizonte de sucesos” del
agujero negro; y chorros relativistas, compuestos por corrientes de
gases ionizados de alta potencia, que se disparan a cientos de miles de
años luz.
En un artículo publicado en Science en enero de 2013,
McKinney, Tchekhovskoy y Blandford vaticinaron la formación de discos de
acreción y de chorros relativistas que se deforman y se doblan más de
lo que se pensaba, creados tanto por la extrema gravedad del agujero
negro, como por las poderosas fuerzas magnéticas generadas por su espín.
Durante décadas se mantuvo una visión simplista de los discos de
acreción y de los chorros polares. Se creía que los discos de acreción
permanecían como placas planas a lo largo de los bordes exteriores de
los agujeros negros, y que los chorros se disparaban hacia afuera
perpendicularmente. Sin embargo, las nuevas simulaciones 3D han cambiado
esa concepción simplista de los chorros y de los discos.
Las simulaciones muestran que los chorros se alinean con el espín del
agujero, cerca de éste, pero que gradualmente se ven empujados por el
material del disco y se colocan en una posición paralela, pero
desplazada del eje de rotación del disco, a una gran distancia.
En las simulaciones, la energía de torsión crece tanto que alimenta
el chorro. De hecho, el chorro puede reorientar al disco de acreción, y
no al contrario, como se pensaba anteriormente.
¿Qué tiene esto que ver con Einstein y su teoría de la relatividad general?
Los astrónomos están más cerca que nunca – en 3 a 5 años – de ser
capaces de ver los detalles de los chorros y los discos de acreción
alrededor de los agujeros negros.
Las observaciones o bien coincidirán con un modelo como este, o serán
diferentes. Los investigadores aprenderán mucho cualquiera que sea el
resultado.
McKinney explica que sin un modelo preciso no es posible demostrar de
una manera u otra si Einstein tenía razón o no. En cambio si se tiene
un modelo preciso que utilice las ecuaciones de Einstein, y se observa
un agujero negro que es muy diferente de lo que se esperaba, se podrá
decir que quizá su teoría no este correcta.
El modelo de Blandford, así como otros generados mediante
simulaciones informáticas servirán como punto de comparación. Pero
tienen que agregar un elemento crucial para que las simulaciones sean
significativas: una manera de traducir la física del sistema del agujero
negro en una señal visual, como se vería desde el punto de vista de
nuestros telescopios, a miles de millones de años luz de distancia.
Fuente: Texas Avanced Computer Center
No hay comentarios:
Publicar un comentario