miércoles, 24 de abril de 2013

Todo indica que el cometa Shoemaker-Levy 9 es responsable del agua de Júpiter


La imagen muestra una asimetría muy clara de la distribución del agua en la atmósfera de Júpiter, que es más abundante en el hemisferio sur (blanco/azul claro) que en el hemisferio norte (tonos azules oscuros). Crédito de la imagen: ESA
La imagen muestra una asimetría muy clara de la distribución del agua en la atmósfera de Júpiter, que es más abundante en el hemisferio sur (blanco/azul claro) que en el hemisferio norte (tonos azules oscuros). Crédito de la imagen: ESA


Durante el espectacular choque de una semana, una cadena de 21 fragmentos del cometa golpeó el hemisferio sur de Júpiter, dejando cicatrices oscuras en la atmósfera del planeta, que persistieron durante varias semanas.
El extraordinario acontecimiento fue la primera observación directa de una colisión extraterrestre en el sistema solar.
Por años, se ha especulado que el cometa Shoemaker-Levy 9 pudo haber sido el origen del agua, pero hasta ahora no se había encontrado una prueba directa.
Los astrónomos lograron excluir una fuente interna como origen del agua, debido a que no es posible que el vapor de agua pase a través de la “trampa de frío” que separa la estratosfera de las nubes visibles en la troposfera. De ahí que el agua en la estratosfera de Júpiter tiene que haber llegado desde el espacio.
Por medio de las observaciones de Herschel, los astrónomos descubrieron que había de dos a tres veces más agua en el hemisferio sur de Júpiter, que en el hemisferio norte, y que la mayoría está concentrada alrededor de los sitios de impacto del cometa de 1994. Además, sólo se encuentra a grandes alturas.
Otra posible fuente de agua sería una lluvia constante de pequeñas partículas de polvo interplanetario, pero, en ese caso, el agua debería estar uniformemente distribuida a través de todo el planeta, y debería haberse filtrado a altitudes más bajas.
Además, una de las lunas heladas de Júpiter podría suministrar agua al planeta a través de un gigantesco torbellino de vapor, como Herschel ha observado que sucede desde la luna Enceladus de Saturno, pero esta posibilidad también ha sido descartada. Ninguna de las grandes lunas de Júpiter se encuentra en el lugar adecuado para llevar el agua a los lugares observados.
Impacto en Júpiter del cometa Shoemaker-Levy 9. Crédito de la imagen: ESA
Impacto en Júpiter del cometa Shoemaker-Levy 9. Crédito de la imagen: ESA


Por último, los científicos lograron descartar alguna contribución importante por impactos menores recientes, que han sido descubiertos por astrónomos aficionados en 2009 y 2010, junto con las variaciones locales en la temperatura de la atmósfera de Júpiter.
Descartados todos los demás sospechosos, no queda más que pronunciar que Shoemaker-Levy 9 es el ‘culpable’ más probable.
Fuente: ESA, Astronomy & Astrophysics

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