El cerebro de mamíferos es el órgano más fascinante y complejo estudiado
jamás. Alrededor de 100 billones de células, llamadas neuronas, se
organizan formando una inmensa red de conexiones mediante la cual la
información procedente del exterior se procesa. Interesantemente, muchas
de estas conexiones se realizan en etapas muy tempranas, embrionarias,
de nuestro desarrollo. El balance entre información intrínseca
(genética) y extrínsica (proveniente de estímulos del exterior) parece
jugar un papel crucial en el correcto desarrollo de nuestro cerebro. Una
de las más laboriosas e importantes conexiones que realiza nuestro
cerebro es la que ocurre entre el núcleo de relevo de toda la
información sensorial, el tálamo, y la región donde la mayor parte de
esa información es procesada, la corteza cerebral. Localizadas a varias
“leguas” de distancia, estas dos regiones tienen que establecer una
conexión permanente de manera controlada y precisa. Al mismo tiempo, la
corteza cerebral se divide en distintas áreas anatómicas y funcionales
encargadas de procesar distintas modalidades sensoriales y motoras. En
este proceso de regionalización parecen participar también factores
genéticos y epigenéticos, estos últimos provenientes en su mayoría de la
información desde el tálamo. Algunos de los mecanismos por los que
ocurren estos magníficos eventos, la regionalización de la corteza
cerebral y el desarrollo de las conexiones tálamo-corticales, son
discutidos a continuación.
La complejidad anatómica del tejido nervioso no fue apreciada hasta la
invención del microscopio compuesto. Hasta mediados del siglo XVIII, el
tejido nervioso se consideraba un tejido glandular implicado en el
transporte de fluido secretado por el cerebro hacia el resto del cuerpo
mediante diferentes conductos o nervios. Fue a finales del siglo XIX
cuando la histología del sistema nervioso central (SNC) empezó a
describirse de forma más precisa a través de los estudios de Camillo
Golgi y Santiago Ramón y Cajal. Fue éste ultimo quien demostró, en
contra de las teorías de aquella época, que el sistema nervioso está
constituído por elementos individuales denominados neuronas.
Actualmente, sabemos que el sistema nervioso está constituido por dos
grandes tipos de células: las neuronas y las células gliales. Las
neuronas cumplen la función de recibir e integrar información y de
enviar señales a otros tipos de células excitables a través de contactos
sinápticos.
Organización del sistema nervioso
El sistema nervioso central (SNC), el cual es bilateral y esencialmente simétrico,
consta de seis grandes regiones: la médula espinal, la médula oblongata, el
puente y cerebelo, el mesencéfalo, el diencéfalo, y los hemisferios cerebrales.
Los hemisferios cerebrales representan lejos la región más grande del cerebro.
Están formados por la corteza cerebral, la sustancia blanca, y tres núcleos
profundos: los ganglios basales, la formación hipocampal, y la amígdala. En
el curso del último siglo y medio, mediante el empleo de nuevas técnicas de
análisis e imagen, el manto cortical se ha podido dividir en alrededor de 50
a 100 áreas con distintas características funcionales y estructurales (Figura
1). Quizás el más famoso de los mapas que describen la regionalización cortical fue generado por Korbinian Brodmann en la primera década del siglo XX, aunque interpretaciones alternativas han sido posteriormente publicadas. Los mapas de regionalización cortical representan una guía indispensable y fundamental a la hora de comprender la citoarquitectura (ver glosario) y funcionamento del SNC. Como ejemplo de ello tenemos el núcleo talámico o simplemente tálamo. El tálamo es el núcleo de relevo de la mayor parte de la información sensorial que nos llega desde el exterior y que acaba en la corteza cerebral para ser procesada. Virtualmente todo el tálamo projecta topográficamente (ver glosario) al área sensorial correspondiente del manto cortical, el cual manda conexiones de vuelta al correspondiente núcleo talámico (Figura 2 y Figura 4). De una manera u otra, la información de cada modalidad sensorial alcanza su respectiva área en la corteza cortical, y ésta manda de vuelta conexiones e información al sistema motor.
Cada hemisferio de la corteza cerebral se caracteriza por procesar información procedente del lado contralateral del cuerpo. La información sensorial o motora procedente del lado izquierdo o derecho del cuerpo entra en la médula espinal y cruza al lado opuesto del sistema nervioso antes de pasar por la corteza cerebral donde es procesada.
Formación del patrón cortical
La corteza cerebral, región del cerebro única en mamíferos, comprende
distintas subregiones definidas anatómicamente por el número de capas
(por ejemplo, la neocorteza contiene seis capas (I a VI) mientras que el
hipocampo contiene sólo tres) y, como mencionamos anteriormente, por un
gran número de áreas funcionales definidas—más de cincuenta en la
neocorteza humana. Una de las dificultades en entender cómo se
desarrollan las distintas áreas corticales surge de que en pequeños
mamíferos como el ratón y la rata, la neocorteza es virtualmente
uniforme en estructura y citoarquitectura. Además, como mencionaremos en
detalle más adelante, son sólo unos pocos los genes conocidos que se
expresan en etapas tempranas del desarrollo y que puedan ser elegidos
como candidatos en el control del patrón de áreas corticales. Por lo
tanto, por mucho tiempo se pensó que este patrón cortical era impuesto
en la neocorteza únicamente mediante factores extrínsicos,
principalmente mediante las aferencias talámicas que alcanzan la corteza
manteniendo las proyecciones específicas a cada área cortical. Sin
embargo, recientes evidencias apuntan a que el neuroepitelio cortical
(área de la corteza donde se originan la mayor parte de las neuronas)
adquiere el patrón regional antes de que la inervación procedente del
tálamo alcance su diana en la corteza. Recientes estudios apuntan a que
genes específicos y/o factores de transcripción (ver glosario) se
expresan de manera gradual a lo largo del neuroepitelio cortical, siendo
su expresión a su vez controlada por concentraciones locales de
factores difusibles. Por ejemplo, los genes homeóticos Emx2 y Pax6 se
expresan en gradiente opuesto uno del otro pero a lo largo del eje
anterioposterior de la corteza (Figura 3), mientras que factores de
transcripción como Lef1 se expresan gradualmente en el eje
medio-lateral. Mediante el uso de ratones transgénicos (ver glosario),
recientemente se ha puesto de manifiesto que los factores de
transcripción Emx2 y Pax6 están directamente relacionados con la
formación de las áreas corticales (O'Leary & Nakagawa, 2002). Por
tanto, estos factores de transcripción son responsables directamente del
gradiente de expresión normal en la corteza, mientras que la
deficiencia de estos genes causa disminución o amplificación de áreas
(Figura 3).
¿Cómo los axones talámicos afectan la formación de áreas en la corteza?
Como ya mencionamos anteriormente, los principales núcleos del tálamo
dorsal envían proyecciones a la neocorteza siguiendo una topografía
específica. Numerosos estudios han puesto de manifiesto que este input
talámico es definitorio para el correcto desarrollo no sólo anatómico
sino también funcional de las distintas áreas corticales (O'Leary, 1989;
Rakic, 1988). Así, la especificidad de la proyección talámica por cada
área cortical se mantiene a lo largo de su desarrollo, estando la
posterior diferenciación de las
capas corticales directamente relacionada con el refinamiento de los axones talámicos a nivel cortical. Aunque algunos genes se expresen tempranamente en la corteza cerebral y sean capaces por sí solos de establecer un cierto nivel de regionalización, el input talámico podría ser requerido para el mantenimiento de estas diferencias. Actualmente, existe un gran debate acerca de si el input talámico es suficiente o no para crear la regionalizacion en la corteza, o si por el contrario la información intrínseca (genética) es suficiente en mediar este hecho. Huffman y colaboradores realizaron en 1999 un experimento clave con intención de clarificar este punto (Huffman et al, 1999). El experimento consistió en la ablación de una gran parte de la corteza cerebral antes de que la invasión talámica tuviese lugar, delimitando considerablemente la diana para los axones talámicos. Interesantemente, la corteza cerebral restante desarrolló las áreas principales, somatosensorial auditiva y visual, siguiendo un patrón espacial similar al que ocurre en animales normales. Además, la relación topográfia por parte de los núcleos talámicos y de sus proyecciones al área de corteza correspondiente estaba igualmente conservada.
Los resultados expuestos anteriormente apoyan el hecho de que los axones talámicos se encuentran en una posición ideal para proveer a la corteza de información necesaria para su regionalización. Su acceso al mundo exterior por medio de los órganos sensoriales, la especificidad de sus proyecciones, y su contacto temprano con las células diana en la capa IV son componentes importantes de esta hipótesis.
Desarrollo de la proyeccion talámica: Factores implicados
El desarrollo de la corteza cerebral y del tálamo ocurre
sincrónicamente. La mayoría de las células o neuronas del tálamo se
generan en la rata entre los días embrionarios 13 y 19 (siendo el
periodo gestacional de 22 días), el cual coincide con el periodo de
desarrollo neuronal en la corteza. Los axones procedentes del tálamo
inician su largo recorrido en este período teniendo que cruzar y navegar
a través de distintas regiones del cerebro hasta alcanzar su destino
(Figura 4). Pero, ¿cómo saben los axones talámicos dónde tienen que ir y
dónde tienen que detenerse?. En los últimos años, muchos están siendo
los esfuerzos encaminados a comprender los mecanismos implicados en este
proceso. Al igual que ocurre en la corteza, genes y factores de
transcripción se expresan también durante su desarrollo en regiones
navegadas por los axones talámicos. Experimentos recientes sugieren que
la guía de axones talámicos ocurre en parte mediante la expresión y
función de estos genes y/o factores de transcripción (López-Bendito
& Molnár, 2003). Estudios en detalle en ratones mutantes o
deficientes en algunos de estos genes o factores de transcripción han
puesto de manifiesto este hecho. La falta de expresión y, por tanto, de
función de alguno de estos genes causa anomalías en el desarrollo,
recorrido y término de la proyección talámica a la corteza. La carencia
de, por ejemplo, los genes Pax6 o Gbx2, expresados en el
neuroepitelio cortical y en el tálamo dorsal, respectivamente, tiene
como consecuencia la total ausencia de axones talámicos en la corteza.
Otros factores que parece estar implicados en la guía de la proyección talámica hasta su diana en la capa IV, es la liberación desde la corteza de factores con función repulsora o atrayente (Figura 4). Ejemplo de ello son los factores llamados Efrinas y Neurotrofinas (NT), moléculas y factores de crecimiento que se expresan y liberan por células de la corteza y que actúan sobre los axones talámicos permitiendo y refinando su entrada en el área cortical adecuada. En ratones mutantes en los que la expresión de la neurotrofina 3 (NT-3) en la corteza ha sido interrumpida, se produce una pérdida masiva de proyección talámica en regiones concretas de la corteza, como en la corteza visual. Adicionalmente, receptores para estas neurotrofinas, como el receptor p75, se expresan en forma de gradiente en la corteza. En el ratón mutante en el cual la expresión de p75 se encuentra inhibida, el input talamocortical en la corteza visual está considerablemente reducido. Los resultados expuestos anteriormente apuntan a que las neurotrofinas y sus receptores juegan un papel importante para que los axones talámicos alcancen su correcta diana en la corteza.
Llegada a la corteza
En mamíferos, las fibras o axones talámicos ingresan a la corteza antes
de que las células diana de capa IV se hayan formado, teniendo que
“esperar” dos o tres días a que este evento ocurra. Otro hecho
importante digno de mencionar es que el desarrollo de la conectividad
entre el tálamo y la corteza ocurre antes de que las sensaciones del
exterior alcancen el tálamo dorsal. Esto es, el cerebro se “prepara” en
sus conexiones para la llegada de la información desde el exterior. Se
ha sugerido en los últimos años que mientras los axones talámicos
esperan a las puertas de la corteza para entrar, invadir y establecer
contacto con sus células diana, ellos establecen pequeñas
“conversaciones” con los centinelas. Llamamos centinelas a un
grupo de células que se localizan en la parte más profunda de la
corteza, denominadas células de subplaca, capa por la que los axones
talámicos tienen que cruzar (Figura 5). Estas “conversaciones” consisten
en señales eléctricas, mediadas por estrechos contactos entre los
axones y las células de subplaca, que parece que son importantes en
darle la señal de entrada a los axones talámicos en la corteza.
Una vez que las células de capa IV se localizan en su posición final en la corteza, los axones talámicos cruzan la subplaca y se dirijen hacia ésta siguiendo una dirección perpendicular a la superficie de la corteza; esta invasión ocurre hacia el primer día postnatal (Figura 5). Pero, ¿cómo saben los axones cuándo tienen que parar dado que han llegado al final de su recorrido?. Recientes estudios han sugerido la existencia de una señal de “parada” localizada en la corteza, y que está implicada en determinar la especificidad de los axones talámicos en detenerse en la capa apropiada. Estudios in vitro indican que los axones talámicos son capaces de reconocer sus células diana de entre todas las demás. En experimentos de co-cultivo donde explantes de corteza y tálamo se confrontan directamente, las conexiones tálamo-corticales se forman siguiendo la misma especificidad de capa que realizan in vivo. La existencia de una señal de parada se ha demostrado más directamente usando técnicas de captación de imágenes en tiempo real en cultivos celulares. Mediante esta técnica se puede seguir la trayectoria de axones in vitro (Yamamoto et al, 1997). En estos experimentos se realizaron explantes en los que el tálamo se coloca en diferentes posiciones relativas a la corteza. En estas condiciones, los axones talámicos siempre paran y realizan sus conexiones en capa IV, independientemente de su ángulo de entrada. Estos resultados sugieren que la señal o señales de parada se encuantran en la corteza posiblemente siguiendo un gradiente de expresión, siendo éste más intenso en la capa diana, la capa IV. La identidad de esta señal todavía no se ha descubierto pero existen algunos candidatos. Moléculas de la matriz extracelular o localizadas en la superficie de determinadas neuronas, incluyendo algunas Efrinas, semaforinas o caderinas, que se expresan siguiendo un patrón específico de capa, podrían tener una función determinante en este hecho.
Conclusiones
Como hemos descrito en este artículo, el desarrollo cortical implica el
moldeamiento del epitelio cortical en discretas áreas con aferencias,
eferencias y redes de conexiones específicas. La interacción e
intercambio de información entre la corteza y el tálamo desde muy
temprano en el desarrollo parece jugar un papel importante en este
hecho. Durante los últimos años se
ha realizado un progreso importante hacia la comprensión de cuáles son
los mecanismos implicados en el desarrollo del sistema tálamo-cortical y
de su interacción temprana con el circuito cortical. Estos avances se
han realizado mayoritariamente estudiando ratones mutantes deficientes
en genes o factores de transcripción que se expresan en distintas
regiones del cerebro. Ahora, nuestra tarea es la de interpretar estas
observaciones y establecer la relación causa-efecto entre estos genes y
factores expresados, y el patrón talámico y cortical establecido.
Bibliografía
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Huffman K.J, Molnár Z, Van Dellen A, Kahn D.M, Blakemore C, Krubitzer L
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López-Bendito G, Molnár Z (2003) Thalamocortical development: how are we going to get there? Nat Rev Neurosci. 4:276-89. Review.
Yamamoto N, Higashi S, Toyama K (1997) Stop and branch behaviors of
geniculocortical axons: a time-lapse study in organotypic cocultures. J
Neurosci. 17:3653-63.
Glosario
1. Factores de transcripción: Término que se aplica a cualquier
proteína requerida en iniciar o regular la transcripcion del ADN en
eucariotas. Esto incluye, genes que regulan proteínas y factores de
transcripción en general.
2. Ratones transgénicos: Ratones que han sido modificados
genéticamente mediante la inserción o delección de un o varios genes
específicos. Los genes que son insertados o modificados se denominan
transgenes. En casos especiales en los que un o varios genes de interés
son inactivados al animal resultante se denomina ratón “knock-out”.
3. Citoarquitectura: estructura de una región del sistema
nervioso caracterizada por las relaciones entre células y sus
ramificaciones y conexiones.
4. Projección topográfica: proyección de axones de una región del
sistema nerviosa a otra diferente y distante con preservación de
relaciones laterales de neuronas adyacentes.
5. Cultivos celulares: células de un órgano o tejido son
disociadas usando diversas técnicas las unas de las otras y mantenidas
en condiciones artificiales (o de cultivo). Así mantenidas, neuronas
pueden adherirse al nuevo sustrato (vidrio o plástico), crecer y
establecer nuevas conexiones.
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