domingo, 31 de agosto de 2014

Descubren un nuevo virus que vive en la mitad de la población mundial

Es muy probable que dentro de su intestino viva un virus que ha pasado desapercibido por los científicos durante décadas. Un nuevo estudio, dirigido por investigadores de la Universidad Estatal de San Diego (SDSU), ha encontrado que en más de la mitad de la población mundial reside un nuevo virus denominado crAssphage, que infecta a uno de los tipos más comunes de bacterias intestinales, las Bacteroidetes. Este filo de bacterias se cree que está relacionado con la obesidad, la diabetes y otras enfermedades relacionadas con el intestino.

En la foto, el profesor de bioinformática Robert A. Edwards. El virus llamado crAssphage cuenta con aproximadamente 10 veces más pares de bases de ADN que el VIH.
En la foto, el profesor de bioinformática Robert A. Edwards. El virus llamado crAssphage cuenta con aproximadamente 10 veces más pares de bases de ADN que el VIH.
Robert A. Edwards, profesor de bioinformática de SDSU, y sus colegas se toparon con el descubrimiento por accidente. Cuando trabajaban con el investigador visitante, y autor correspondiente del estudio, Bas E. Dutilh, ahora en la Universidad Radboud Medical Center en los Países Bajos, los investigadores utilizaban los resultados de estudios anteriores de virus que habitan en el intestino para detectar nuevos virus.
En las muestras de ADN de heces de 12 individuos diferentes, notaron un grupo particular de ADN viral común en las muestras, de una longitud de alrededor de 97.000 pares de bases. Cuando Edwards y sus colegas revisaron si se encontraba en una lista completa de los virus conocidos, no encontraron nada.
Los investigadores luego examinaron la base de datos del Proyecto Microbiando Humano (HMP) del Instituto Nacional de Salud (NIH), y la base de datos MG-RAST del Laboratorio Nacional Argonne, y nuevamente encontraron el ADN en abundancia en las muestras derivadas de heces humanas.
Para demostrar que el ADN viral que descubrieron en sus datos informáticos en realidad existe en la naturaleza, el virólogo de SDSU, John Mokili, utilizó una técnica conocida como amplificación de ADN para localizar el virus en las muestras originales utilizadas para construir la base de datos del NIH.
Se trataba de un nuevo virus presente en aproximadamente la mitad de las muestras de las personas incluidas, y que hasta entonces nadie conocía.
“No es inusual ir en busca de un nuevo virus y encontrarlo”, dijo Edwards. “Pero es muy raro encontrar uno que muchas personas tienen en común. El hecho de que ha volado bajo el radar durante tanto tiempo es muy extraño”.
Un virus antiguo
El hecho de que sea tan generalizado indica que es probable que no sea un virus particularmente joven.
“Básicamente lo hemos encontramos en todas las poblaciones que hemos visto”, dijo Edwards. “Por lo que podemos decir que es tan antiguo como el ser humano”.
Edwards y su equipo lo nombraron crAssphage, tras el programa informático utilizado para descubrirlo.
Algunas de las proteínas en el ADN de crAssphage son similares a las encontrados en otros virus bien descritos. Eso permitió que el equipo de Edwards determinara que el nuevo virus es del tipo conocido como bacteriófago, que infecta y se replica en el interior de las bacterias. Por medio de técnicas bioinformáticas innovadoras predijeron que este bacteriófago en particular prolifera mediante la infección de un filo común de bacterias del intestino conocidas como Bacteriodetes.
Las bacterias Bacteriodetes viven cerca del final del tracto intestinal, y se sospecha que juegan un papel importante en el vínculo entre las bacterias del intestino y la obesidad. El papel que juega crAssphage en este proceso será objetivo de investigación futura.
Una vez que el virus sea aislado, se espera profundizar en su papel en la obesidad. Es posible que el virus de alguna manera media la actividad de colonias Bacteriodetes, pero aún está por verse si crAssphage promueve o suprime los procesos relacionados con la obesidad en el intestino.
El virus también se puede usar para prevenir o mitigar otras enfermedades afectadas por el intestino, tales como la diabetes y las enfermedades gastrointestinales.
Artículo científico: Bas E. Dutilh, Noriko Cassman, Katelyn McNair, Savannah E. Sanchez, Genivaldo G. Z. Silva, Lance Boling, Jeremy J. Barr, Daan R. Speth, Victor Seguritan, Ramy K. Aziz, Ben Felts, Elizabeth A. Dinsdale, John L. Mokili, Robert A. Edwards. A highly abundant bacteriophage discovered in the unknown sequences of human faecal metagenomesNature Communications 5, Article number: 4498, doi: 10.1038/ncomms5498

Científicos chinos trabajan en un submarino supersónico


   Un equipo de científicos chinos ha aceptado el reto técnico de la supercavitación y trabaja actualmente en un submarino supersónico que viajaría de Shangai a San Francisco en menos de dos horas, según ha informado el South China Morning Post (SCMP).
   La supercavitación es un fenómeno hidrodinámico que se produce al moverse un objeto a gran velocidad en un líquido. El fluido que se desplaza a su alrededor adquiere una velocidad muy grande haciendo que su presión disminuya drásticamente. Si se llega al punto de evaporación del líquido, éste se convierte en gas y por tanto el objeto se desplaza por un medio gaseoso disminuyendo así su fricción.
   "Las pequeñas burbujas de gas producidas se expanden y se combinan para formar una burbuja grande, estable y predecible en torno al objeto que viaja", ha explicado el autor principal del trabajo, Stephen Cheng.







El investigador ha explicado que durante la Guerra Fría, el ejército soviético desarrolló la técnica de la supercavitación. "Se trataba de un torpedo, llamado Shkval, que era capaz de alcanzar una velocidad de 370 kilómetros por hora o más, mucho más rápido que cualquier torpedo convencional", ha apuntado.
   Sin embrago, no todo está claro en este método. Las dificultades para ponerlo en marcha radican en que es necesario que el objeto sea lanzado a altas velocidades, acercándose a 100 kilómetros por hora para generar y mantener la burbuja de aire. Además, se desconocen las consecuencias que podría tener en una posible tripulación. Es decir, el objeto iría sin gobierno y eso, de momento, es un riesgo.
   El experto profesor de la maquinaria de fluidos e ingeniería, Li Fengchen, ha explicado a SCMP que el enfoque de este equipo de científicos se diferencia de cualquier otro porque "combina la tecnología de membrana líquida con la supercavitación". "Se pueden reducir significativamente los problemas de lanzamiento", ha indicado.
   Según ha indicado, con este método, el buque iniciaría su viaje bajo el agua haciendo un "efecto ducha" con una membrana líquida especial sobre su propia superficie. Esto podría reducir significativamente el arrastre de agua en el objeto a baja velocidad. Después de que alcance los 75 kilómetros por hora o más, el buque entraría en el estado supercavitación.
   La actual investigación de este equipo continúa y sus miembros aseguran que hay muchas posibilidades de sacarlo adelante. Aún así, reconocen que hay muchos más investigadores trabajando en esta técnica, aunque se desconocen sus avances porque sus proyectos "son considerados secreto de Estado".

¿El universo es una burbuja?

Olvídese del Big Bang. En el principio había un vacío. El vacío estaba lleno de energía (en ocasiones llamada energía oscura, energía del vacío, campo de inflación, o campo de Higgs). Como el agua en una olla, esa gran energía comenzó a evaporarse – y se formaron burbujas.

Imagen tomada de un vídeo en el que el Prof. Matthew Johnson explica los conceptos relacioandos de inflación, inflación eterna y multiverso (https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=w0uyR6JPkz4). Cortesía de Perimeter Institute.
Imagen tomada de un vídeo en el que el Prof. Matthew Johnson explica los conceptos relacioandos de inflación, inflación eterna y multiverso (https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=w0uyR6JPkz4). Cortesía de Perimeter Institute.
Cada burbuja contenía otro vacío, cuya energía era menor. Esa energía hizo que las burbujas se expandieran. Inevitablemente, algunas burbujas colisionaron entre sí. Es posible que algunas hayan producido burbujas secundarias. Quizás las burbujas eran raras y distantes entre sí; quizás estaban tan próximas entre sí como en la espuma.
Pero este es el asunto: cada una de esas burbujas era un universo. En esta concepción, nuestro universo es una burbuja en un mar espumoso de universos burbuja. No es inventada: Como dicen los científicos, está motivada físicamente, y surge de lo que pensamos que sabemos acerca de la inflación cósmica.
No todos aceptan la inflación cósmica – la mayoría de los modelos cíclicos del universo la rechazan. Sin embargo, la inflación es una de las principales teorías del desarrollo temprano del universo, y hay cierta evidencia observacional que la apoya.
La inflación sostiene que en el instante después del Big Bang, el universo se expandió rápidamente – tan rápidamente que un área del espacio, una vez de un nanómetro cuadrado, terminó siendo de más de 250 mil millones de años luz de diámetro en apenas una billonésima de billonésima de billonésima de segundo. Es una idea increíble, pero explicaría algunas observaciones astrofísicas desconcertantes.
Se cree que la inflación fue impulsada por un campo de inflación – que es otro nombre que se da a la energía del vacío. Una vez que se postula que existe el campo de inflación, es difícil evitar que en «el principio había un vacío». Es aquí donde la teoría de la inflación se vuelve controversial – cuando empieza a postular universos múltiples.
Los defensores de la teoría del multiverso argumentan que es el siguiente paso lógico de la inflación. Los detractores argumentan que no es física, sino metafísica – que no es ciencia, porque no se puede probar. Después de todo, la física vive o muere por los datos que se pueden recoger y las predicciones que se pueden comprobar.
Ahí es donde el profesor adjunto de Perimeter, Matthew Johnson entra en escena junto con un pequeño equipo que incluye al docente de Perimeter, Luis Lehner, con quien Johnson está trabajando para llevar a la hipótesis del multiverso al reino de la ciencia comprobable.
En concreto, Johnson ha estado considerando los casos raros en los cuales nuestro universo burbuja podría colisionar con otro universo burbuja. Johnson dice que en su simulación informática de todo el universo, comienzan con un multiverso que contiene dos burbujas, que hacen colisionar para averiguar lo que sucede, y luego colocan a un observador virtual en varios sitios, y se preguntan lo que éste vería.
La simulación de todo el universo – o de más de uno – no es tan difícil como parece. La «simulación del universo es fácil», dice Johnson. Explica que no simulan a cada átomo, a cada estrella, o a cada galaxia – que de hecho no simulan nada de eso. «Únicamente simulamos las cosas a gran escala», añade el investigador.
De hecho, dice Johnson, el programa de simulación ha alcanzado el punto en que puede descartar ciertos modelos del multiverso: «Ahora podemos decir que algunos modelos predicen algo que deberíamos ser capaces de ver, y debido a que no lo vemos, podemos descartar esos modelos».
Por ejemplo, la colisión de un universo burbuja con otro dejaría lo que Johnson llama «un disco en el cielo» – un hematoma circular en el fondo cósmico de microondas. La búsqueda de ese disco no ha arrojado nada hasta ahora, lo que hace que ciertos modelos de colisión sean menos probables.
El equipo está trabajando en averiguar qué otro tipo de evidencia podría resultar de la colisión de las burbujas. Es la primera vez que alguien ha producido una serie cuantitativa directa de predicciones para las firmas observables de las colisiones de burbujas. Y aunque hasta el momento se no ha encontrado ninguna de esas firmas, es posible emprender la búsqueda de algunas.
El verdadero significado de la investigación es que demuestra que el multiverso puede ser comprobable. En otras palabras, si estamos viviendo en un universo burbuja, realmente podríamos compobarlo.

Una potencial prueba universal para el cáncer

Un equipo de científicos de la Universidad de Bradford ha descubierto una potencial prueba «universal» de sangre para el cáncer. En el futuro, con un simple análisis de sangre se podría diagnosticar si una persona padece de cáncer.

Una potencial prueba universal para el cáncer
Una potencial prueba universal para el cáncer
La prueba permitirá que los médicos descarten el cáncer en pacientes que presentan ciertos síntomas, lo que ahorrará tiempo y evitará procedimientos invasivos costosos e innecesarios, tales como colonoscopias y biopsias, que se realizan en la actualidad. También podría ser útil en la investigación de pacientes en los que se sospecha la presencia de un cáncer, que es actualmente es difícil de diagnosticar.
Los primeros resultados han demostrado que el método proporciona un alto grado de precisión en el diagnóstico, tanto del cáncer como de condiciones pre-cancerosas en la sangre, de pacientes con melanoma, cáncer de colon y cáncer de pulmón.
La prueba llamada Lymphocyte Genome Sensitivity (LGS) analiza los glóbulos blancos y mide el daño causado en su ADN cuando se someten a diferentes intensidades de luz ultravioleta (UVA), que se sabe que daña el ADN. Los resultados del estudio empírico muestran una clara distinción entre el daño en los glóbulos blancos de la sangre de pacientes con cáncer, con condiciones pre-cancerosas y de pacientes sanos.
La Prof. Diana Anderson, de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad, quien dirigió la investigación, dijo que «los glóbulos blancos forman parte del sistema de defensa natural del cuerpo. Sabemos que están bajo estrés cuando luchan contra el cáncer u otras enfermedades, así que me pregunté si había algo que se pudiera medir al causarles estrés con rayos ultravioletas. Encontramos que las personas con cáncer tienen un ADN que se daña más fácilmente con la luz ultravioleta, de manera que la prueba demuestra la sensibilidad a los daños de todo el ADN – el genoma – en una célula».
El estudio analizó muestras de sangre de 208 personas, de las cuales 94 estaban sanas. Las muestras anónimas aleatorias se codificaron y luego se expusieron a luz ultra violeta de 5 niveles de profundidad de agar.
Se observó el daño UVA en la forma de trozos de ADN tirados en un campo eléctrico hacia el extremo positivo del campo, lo que causó una cola similar a la de los cometas. En la prueba LGS, la mayor longitud de la cola indica un daño mayor en el ADN, y las mediciones se correlacionaron con los pacientes a los que se les había diagnosticado cáncer (58), las personas con condiciones pre-cancerosas (56) y las que estaban sanas (94).
La Prof. Anderson cree que si la prueba LGS demuestra ser útil en el diagnóstico del cáncer, sería una aportación muy valiosa para los procedimientos más tradicionales para la detección del mismo.
En Bradford Royal Infirmary actualmente se conduce un ensayo clínico, que investigará la eficacia de la prueba en predecir correctamente que los pacientes, referidos por sus médicos de cabecera con sospecha de cáncer colorrectal, se beneficiarían o no de una colonoscopia, que en la actualidad el método de investigación preferido.
Artículo científico: D. Anderson, M. Najafzadeh, R. Gopalan, N. Ghaderi, A. J. Scally, S. T. Britland, B. K. Jacobs, P. D. Reynolds, J. Davies, A. L. Wright, S. Al-Ghazal, D. Sharpe, M. C. Denyer. Sensitivity and specificity of the empirical lymphocyte genome sensitivity (LGS) assay: implications for improving cancer diagnostics. The FASEB Journal, 2014, doi: 10.1096/fj.14-254748

Los Monos De Las Aguas Termales De Jigokudani Japon

El Parque Jigokudani, conocido como el Parque de los Monos Blancos,se encuentra en la Prefectura de Yamanouchi, y es parte del Santuario Natural  Joshin-Etsu Kogen Parque, situado en el valle del río Yokoyu, en la parte norte de la prefectura. El nombre Jigokudani, que significa “Valle del Infierno”, se debe a que el vapor y agua hirviendo brota de pequeñas grietas en el suelo congelado, rodeado por acantilados y el frío hace les da formas en un ambiente espectacular entre bosques hostiles. Desde 1964, Jigokudani  se ha convertido en el lugar preferido de los visitantes que observan la vida graciosa de los monos macaco y como un lugar en que toman sus baños Onsen…todo un espectaculo!
Jigokudani está situado a 850 metros de altitud, es un medio hostil donde la nieve cubre el terreno para una tercera parte del año y es famoso por su gran población de estos monos de la nieve que van al valle durante el inviermo, pero que vive en el parque nacional durante los meses más cálidos. Los monos descienden de los acantilados y el bosque para sentarse en las aguas cálidas del onsen (aguas termales), lo que es toda una atraccion.
Hay un servicio de autobús privado que tiene un permiso especial para aparcar más cerca de donde están los monos de nieve. Esto significa que sólo hay que caminar 10 minutos a pie. Se recomienda reservar las entradas para este bus por adelantado.  O, en todo caso, hay un autobús público de la estación de Nagano Dentetsu Yudanaka seguido por una caminata de 30 minutos.

sábado, 30 de agosto de 2014

Al infinito y más allá













Desde la instalación de los primeros telescopios en los 60, el país ha llegado a concentrar casi la mitad de la capacidad mundial para observar el universo. La detección de planetas lejanos y la expansión acelerada del universo son algunos de los hitos científicos alcanzados desde Chile. Una historia de astrónomos, telescopios y premios Nobel.


En un mundo perfecto, los astrónomos José Maza y Mario Hamuy figurarían en los libros de ciencia como los primeros chilenos en obtener un Premio Nobel de Física el año 2011. Porque en un mundo perfecto, la academia sueca habría reconocido que, sin el trabajo pionero de los científicos del proyecto Calán-Tololo, la expansión acelerada del universo no habría sido detectada de la forma en que se hizo. En esa investigación, varias supernovas, estrellas moribundas que emiten mucha luz y que fueron descubiertas por astrónomos de Chile, fueron esenciales como indicadores de distancia de los distintos cuerpos espaciales.
Fue en 2011 que este galardón recayó en los científicos Saul Perlmutter, Brian Schmidt y Adam Riess, como reconocimiento a dicho trabajo que había sido dado a conocer en 1998 y que revolucionó la astronomía moderna, ya que hasta entonces se consideraba que la gravedad debería frenar la expansión del universo, tal y como había señalado Albert Einstein en su teoría de la gravitación convencional. Pero ese año se reveló que pasaba todo lo contrario y que, todavía más, una desconocida fuerza estaba acelerando dicha expansión: la elusiva “materia oscura”.
En la sala adyacente a uno de los telescopios principales del Observatorio Astronómico Nacional -que depende de la U. de Chile y que funciona en la cima del cerro Calán desde los 60-, se puede leer una placa de agradecimiento enviada por el mismísimo Brian Schmidt: “En un mundo perfecto, todos habríamos compartido el premio de manera igualitaria, pero en nuestro mundo imperfecto, haré todo lo que sea necesario para que durante los años venideros el mundo comprenda su contribución fundamental al descubrimiento de la aceleración de la expansión del universo”, escribió el físico de origen australiano a sus colegas chilenos.
Esta es sólo una pequeña muestra de la importancia de los telescopios que operan desde Chile y del aporte de los científicos nacionales al progreso de la física y la astronomía mundial. Otro ejemplo es la reciente explosión en el hallazgo de planetas similares a la Tierra. Antes de 1995 no se conocía ninguno: hoy se han detectado 1.815 planetas fuera del sistema solar. Todos desde Chile y la mayoría de ellos desde el observatorio La Silla, en la IV Región, donde astrónomos como María Teresa Ruiz y Dante Minniti han realizado un trabajo fundamental.
Pero los orígenes de la astronomía nacional se remontan a los comienzos de nuestra patria. La historia dice que en octubre de 1842, cuando yacía moribundo en su exilio en Lima, Bernardo O’Higgins pedía una compensación al presidente Bulnes por bienes que había cedido al ejército, demandando que se destinara parte de esos fondos a la instalación de un observatorio astronómico en el Cerro Santa Lucía. No sería sino hasta 1852 que el sueño de O’Higgins se cumpliría con la inauguración oficial del Observatorio Astronómico Nacional en ese lugar. En 1927 la Universidad de Chile se hizo cargo del lugar y este se traslada al Cerro Calán, pero fue en la década de los 60 que varios sucesos cimentaron el futuro del país como potencia a la vanguardia de la astronomía mundial.
El primer salto significativo fue la creación en 1962 del Observatorio Interamericano de Cerro Tololo, al que se sumaría el observatorio La Silla en 1969, pero sin duda un hito importante para la formación de astrónomos chilenos fue la alianza que esa misma década se estableció con científicos rusos. En esa época, la Academia de Ciencias de la Unión Soviética y el Departamento de Astronomía de la Universidad de Chile crearon la Estación Astronómica del Cerro El Roble, ubicada 80 kilómetros al norte de Santiago, donde se comenzaron a observar las supernovas por primera vez desde Chile.
“Con ellos aprendimos el negocio. Las primeras supernovas las observamos con el telescopio ruso”, cuenta José Maza, quien en 2013 recibió a una delegación de astrónomos de ese país interesados en reabrir el observatorio, que dejó de funcionar tras el golpe de Estado de 1973. Después de esa visita se comprobó que el telescopio principal está en buen estado y que sólo se requiere adaptar su tecnología con instrumentos más modernos. Algunas funciones que tendrá serán el estudio del sistema solar y la detección de cometas potencialmente peligrosos para la Tierra.
Si se cuentan todos los telescopios que operan en el norte de Chile, el país concentra el 40% de la capacidad astronómica mundial, cifra que se elevará a 70% hacia 2020 gracias a los nuevos megatelescopios que se construirán en lugares como Las Campanas (IV Región) y Cerro Paranal (II Región). “Chile en los últimos años se está convirtiendo en la capital mundial de la astronomía”, dice Dante Minniti, investigador del Centro de Astrofísica CATA y astrónomo de la Universidad Andrés Bello, uno de los “cazadores de planetas” más prolíficos de Chile. Hijo de un astrónomo aficionado, con sus colegas ha logrado identificar a la fecha más de 25 planetas extrasolares y hoy está realizando nada menos que un mapa de la Vía Láctea.
Junto a un grupo de astrónomos, Minniti se dedica a esta labor como parte de su trabajo en el Núcleo Milenio para la Vía Láctea. Hace un par de años consiguieron su primer hito: usando el telescopio Vista (ubicado en Paranal y que permite ver el espectro infrarrojo para revelar aquello que a simple vista no podemos visualizar) crearon un catálogo de 84 millones de estrellas ubicadas en el centro de la galaxia, 10 veces más de las que se habían observado hasta entonces. La noticia dio a la vuelta al mundo acompañada de una fotografía con un detalle único: su resolución era nada menos que nueve mil millones de pixeles. Si se quisiera imprimir, equivaldría a un libro de siete metros de alto por nueve metros de largo.
Hace dos semanas, Minniti nuevamente acaparó titulares en el mundo. Junto a la NASA y un equipo internacional de científicos trabajando con el radiotelescopio ALMA, analizaron las atmósferas de dos cometas del sistema solar. Como se pensaba, el análisis comprobó que las polvorientas atmósferas que envuelven estos cuerpos errantes celestes contienen moléculas orgánicas. Se trata de una respuesta fundamental, ya que los cometas poseen algunos de los materiales más antiguos y puros del sistema solar. De ahí que comprender su composición química única sirva para revelar importantes datos no sólo sobre el nacimiento de la Tierra, sino que también sobre el origen de los compuestos orgánicos que originan la vida. Una de las teorías más difundidas sobre la aparición de la vida en el planeta apunta precisamente a la temprana visita de cometas que impactaron la superficie.
Otra integrante de este selecto grupo de cazadores de planetas es la astrónoma María Teresa Ruiz, Premio Nacional de Ciencias Exactas 1997. No sólo fue la primera en identificar una enana café (hito por el cual recibió el premio), sino que sus estudios han ayudado a confirmar la edad de la Vía Láctea. Ruiz recuerda que aquel año trabajaba con el telescopio de La Silla para estudiar las llamadas “enanas blancas”, estrellas muertas consideradas como una especie de cronómetros cósmicos, ya que al calcular la tasa de enfriamiento se puede determinar su edad. “Encontramos que las más antiguas tenían entre 12 mil y 13 mil millones de años, vale decir, que la Vía Láctea se habría formado poco después del Big Bang (13.500 millones de años, aprox.)”, explica Ruiz.
Pero mientras estudiaba una de estas estrellas, algo no calzaba en las lecturas y no se parecía a nada de lo que había observado durante toda una década de trabajo previo. Intrigada, decidió borrar todo y comenzar de cero nuevamente, pero la extraña lectura se repetía. Resultó que era una enana café, un planeta distinto a todo lo conocido. La principal característica es que son planetas más grandes que Júpiter, pero más pequeños que el Sol, por lo que no poseen el tamaño suficiente para generar reacciones nucleares y llegar a ser una estrella como ocurre con cuerpos celestes más grandes.
“Fue una etapa bien intensa. Pasaba dos a tres semanas observando en los telescopios. Pero haber hallado esta enana café, que bauticé con el nombre mapuche “Kelu”, es el mejor regalo que he recibido junto con mi hijo”, relata la astrónoma. Además, Ruiz fue la primera en identificar una supernova en el acto de explotar y encontró dos nebulosas planetarias en el halo de nuestra galaxia.
Claudio Melo, director científico del Observatorio Europeo Austral (ESO), la organización tras gran parte de los telescopios en el norte de Chile, llegó desde Brasil hace una década para trabajar en los grandes observatorios y asegura que casi no hay hallazgo astronómico reciente que no haya pasado por los telescopios en Chile. “Estar acá haciendo astronomía es como estar en las grandes ligas. Se utilizan distintos tipos de instrumentos y telescopios que trabajan en conjunto para poder conseguir estos hallazgos”, agrega el astrónomo.
Mario Hamuy afirma que haber detectado que el universo se acelera en lugar de frenarse es un claro ejemplo de este trabajo coordinado. Como parte del proyecto Calán-Tololo, entre 1989 y 1993, los astrónomos chilenos descubrieron 32 supernovas distantes que fueron utilizadas como “faros cósmicos”. José Maza explica que las supernovas son “el batatazo final de una estrella moribunda” y que llegan a ser 10 mil millones de veces más luminosas que el Sol. El trabajo de los chilenos permitió calibrarlas de manera perfecta para determinar su distancia y posición, sistema que fue utilizado por Brian Schmidt y sus colegas para seguir observándolas desde el telescopio La Silla.
¿Qué buscaban? Piense que usted lanza un objeto con mucha fuerza. La gravedad y su masa lo van frenando, curvando su trayectoria en forma de arco mientras pierde velocidad antes de caer al suelo. Algo similar debían mostrar las supernovas lejanas, pero Smith descubrió que no decaían, sino todo lo contrario, hallazgo que demostraba la expansión acelerada del universo y que le significó la obtención del Premio Nobel, mismo que reconoció no habría sido posible sin el aporte de los científicos en Chile.
Pero no fue todo. Si la gravedad no frenaba al cosmos como había predicho Einstein, ¿entonces qué aceleraba el universo? La respuesta fue la existencia de una desconocida fuerza que fue bautizada como “materia oscura”, que contrarresta a la gravedad y que se estima constituye el 70% del cosmos. “Ha sido una sorpresa mayúscula que está requiriendo una revisión profunda de la teoría de la gravedad. Averiguar su origen es un desafío fantástico para la física teórica y la astronomía observacional, en el cual Chile está jugando un rol central”, dice Hamuy.
Pero el futuro es todavía más prometedor. Hacia fines de esta década la ESO planea tener en funcionamiento nuevos telescopios gigantes. Uno de ellos, el E-ELT (Telescopio Europeo Extremadamente Grande, en Cerro Armazones, cerca de Paranal), planea convertirse en el mayor telescopio para observar el universo desde la Tierra, al que se sumará el Telescopio Gigante Magallánico, operado por el Consorcio GMT en el Cerro Las Campanas, cuya resolución superará 10 veces la del telescopio espacial Hubble.
Ambos podrán trabajar en el estudio de atmósferas en planetas fuera del sistema solar y encontrar en ellas una de las principales respuestas que inquietan al hombre tanto desde el punto de vista científico como filosófico: si es posible la vida fuera de la Tierra.

Un nuevo planeta enano cambia el mapa del Sistema Solar






 El Sistema Solar tiene un nuevo miembro más lejano, un planeta enano, llamado 2012 VP113, que se ha localizado más allá del borde conocido del Sistema Solar, según revela el trabajo de Scott Sheppard, del Instituto Carnegie, en Washington, Estados Unidos, y Chadwick Trujillo, del Observatorio Gemini, en Hawai, Estados Unidos.
   Esta investigación, cuyas conclusiones publica este jueves 'Nature', indica la posible presencia de un enorme planeta, tal vez hasta diez veces el tamaño de la Tierra, que no se ve, pero, posiblemente, influye en la órbita de 2012 VP113, así como otros objetos de la Nube de Oort interior.
   El Sistema Solar conocido se puede dividir en tres partes: planetas rocosos como la Tierra, que están cerca del Sol; planetas gaseosos gigantes, que se encuentran más lejos, y objetos helados del Cinturón de Kuiper, que se ubican más allá de la órbita de Neptuno. Más allá de esto, parece que hay una orilla del sistema solar donde se conocía sólo un objeto, Sedna, presente con la totalidad de su órbita.

   Pero el recién descubierto 2012 VP113 tiene una órbita que se mantiene incluso después de la de Sedna, por lo que es el más lejano conocido en el Sistema Solar."Este es un resultado extraordinario que redefine nuestra comprensión de nuestro Sistema Solar", afirma la directora del Departamento de Magnetismo Terrestre de Carnegie, Linda Elkins-Tanton.
   Sedna fue localizado más allá del borde del Cinturón de Kuiper en 2003 y no se sabía si era único, igual que se pensó de Plutón antes de que se descubriera el Cinturón de Kuiper. Con el hallazgo de 2012 VP113, ahora está claro que Sedna no es único y sea probablemente el segundo miembro conocido de la hipotética Nube de Oort interior, el probable origen de algunos cometas.
   El punto de la órbita más cercano de 2012 VP113 al Sol está cerca de 80 veces la distancia de la Tierra al Sol, una medida conocida como una unidad astronómica o UA. Para contextualizar, existen planetas rocosos y asteroides a distancias que oscilan entre 0,39 y 4,2 UA; los gigantes de gas se encuentran a entre 5 y 30 UA y el Cinturón de Kuiper (compuesto de miles de objetos helados, incluyendo Plutón) oscila entre 30 y 50 unidades astronómicas.
   Nuestro sistema solar tiene una clara orilla a 50 UA y sólo se sabía que Sedna sobrepasaba de manera significativa este límite exterior, a 76 UA con la totalidad de su órbita. "La búsqueda de este tipo de objetos distantes de la Nube Oort interior más allá de Sedna y 2012 VP113 debe continuar, ya que nos podrían decir mucho sobre cómo se formó y evolucionó nuestro Sistema Solar", destaca Sheppard.
   Sheppard y Trujillo utilizaron la nueva Cámara de Energía Oscura (DECam) en el telescopio de 4 metros NOAO en Chile para realizar este descubrimiento. DECam tiene el campo de visión más grande de cualquier telescopio de 4 metros o mayor, lo que supone una capacidad sin precedentes para buscar objetos débiles en grandes áreas del cielo. También usaron el telescopio de 6,5 metros Magellan del Observatorio Las Campanas (Telescopio Baade) para determinar la órbita de 2012 VP113 y obtener información detallada acerca de sus propiedades superficiales.
   Los autores de este trabajo consideran que pueden existir alrededor de 900 objetos con órbitas como Sedna y 2012 VP113 con tamaños más grandes de 1.000 kilómetros y que la población total de la Nube de Oort interior es probablemente más grande que la del Cinturón de Kuiper y el cinturón principal de asteroides."Algunos de estos objetos en la Nube de Oort interior podrían rivalizar en tamaño con Marte o incluso la Tierra. Esto se debe a que muchos de los objetos de la Nube de Oort interior están tan distantes que incluso los grandes serían demasiado débiles para detectarlos con la tecnología actual", explica Sheppard.
   Tanto Sedna como 2012 VP113 se encuentran cerca de su máxima aproximación al Sol, pero ambos tienen órbitas que están a cientos de UA. La similitud en las órbitas de Sedna, 2012 VP113 y algunos otros objetos cerca del borde del Cinturón de Kuiper sugiere que un cuerpo perturbador masivo desconocido puede guiar estos objetos a estas configuraciones orbitales similares. Sheppard y Trujillo sugieren que una Super Tierra o un objeto aún más grande a cientos de UA podría crear el efecto de 'pastor' que se ve en las órbitas de estos objetos, que están demasiado lejos para ser alterados significativamente por ninguno de los planetas conocidos.
   Hay tres teorías que compiten sobre cómo se puede haber formado la Nube de Oort interior. Conforme se encuentren más objetos, será más fácil deducir cuál de estas teorías es probablemente la más precisa. Una teoría es que un planeta errante podría haber sido arrojado fuera de la región de planetas gigantes y haber perturbado objetos fuera del Cinturón de Kuiper hacia la Nube de Oort interior. Este planeta podría haber sido expulsado o estar todavía en el distante Sistema Solar hoy en día.
   La segunda teoría es que un encuentro estelar cercano podría poner objetos en la región de la Nube de Oort interior. Y la tercera teoría sugiere que los objetos de la Nube de Oort interior son capturados por planetas extrasolares de otras estrellas que estaban cerca de nuestro Sol en su grupo de nacimiento.
   La Nube de Oort exterior se distingue de la Nube de Oort interior porque en la segunda, que comienza a cerca de 1.500 UA, la gravedad de otras estrellas cercanas perturba las órbitas de los objetos, haciendo que los objetos de la Nube de Oort exterior tengan órbitas que cambian drásticamente con el tiempo.Muchos de los cometas que vemos son objetos que fueron perturbados de la Nube de Oort exterior. Los objetos de la Nube de Oort interior no están muy afectados por la gravedad de otras estrellas y, por lo tanto, tienen órbitas más estables y primordiales.


Investigadores descubren la "receta" genética de la regeneración de la cola de los lagartos

  Lagarto Gigante de La Gomera


 Al entender el secreto de la regeneración de las colas de los lagartos, los investigadores pueden ser capaces de desarrollar formas de estimular la regeneración de extremidades en los seres humanos. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Arizona (ASU, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, está un paso más cerca al descubrir la "receta" genética de la regeneración de la cola del lagarto, que puede consistir en la utilización de pocos y en la cantidad correcta ingredientes genéticos.
   Un equipo interdisciplinario de científicos utilizó herramientas moleculares de próxima generación y análisis de ordenador para examinar los genes que se activan en la regeneración de la cola en este clado. El equipo, cuya investigación se publica este miércoles en 'Plos One', estudió la regeneración de la cola del lagarto verde ('Anolis carolinensis'), que cuando se ve atrapado por un depredador, puede perder su cola y luego volver a hacerla crecer.
   "Los lagartos, básicamente, comparten la misma caja de herramientas genética que los humanos --afirma el autor principal del trabajo, Kenro Kusumi, profesor en la Facultad de Ciencias de la Vida de la ASU y decano asociado de la Facultad de Artes Liberales y Ciencias--. Los lagartos son los animales que pueden regenerar apéndices enteros más estrechamente relacionadas con los seres humanos. Descubrimos que activan al menos 326 genes en regiones específicas para la regeneración de la cola, incluyendo genes implicados en el desarrollo embrionario, la respuesta a las señales hormonales y la cicatrización de heridas", detalla.
Otros animales, como las salamandras, los renacuajos y los peces, también pueden regenerar sus colas, con un crecimiento sobre todo en la punta. Durante la regeneración de la cola, todos encienden genes en lo que se llama la 'vía Wnt', que se requiere para controlar las células madre en muchos órganos, como el cerebro, los folículos capilares y los vasos sanguíneos. Sin embargo, los lagartos tienen un patrón único de crecimiento de tejido que se distribuye a lo largo de la cola.
   "La regeneración no es un proceso instantáneo --explica Elizabeth Hutchins, estudiante graduada en el programa de Biología y coautora molecular y celular del trabajo en la ASU--. De hecho, los lagartos necesitan más de 60 días para regenerar una cola funcional. Los lagartos forman una compleja estructura regeneradora con células en crecimiento en los tejidos en distintos sitios a lo largo de la cola".
   "Hemos identificado un tipo de célula que es importante para la regeneración de los tejidos", subraya Jeanne Wilson-Rawls, coautora y profesora asociada de la Facultad de Ciencias de la Vida de la ASU. "Al igual que los ratones y los seres humanos, los lagartos tienen células satélite que pueden crecer y desarrollarse en el músculo esquelético y otros tejidos", concreta esta investigadora.
   "Mediante el uso de tecnologías de próxima generación para secuenciar todos los genes expresados durante la regeneración, hemos desbloqueado el misterio de los genes que son necesarios para que la cola de lagarto vuelva a crecer --resalta Kusumi--. Siguiendo la receta genética para la regeneración detectada en lagartos y, a continuación, aprovechando esos mismos genes en células humanas, puede ser posible hacer que vuelva a crecer cartílago nuevo, músculo o incluso médula espinal en el futuro".
   Los investigadores esperan que sus hallazgos ayuden a llevar a descubrimientos de nuevos enfoques terapéuticos para lesiones de la médula espinal, reparar defectos de nacimiento o tratar enfermedades como la artritis.

Reportan cobalto radiactivo en una explosión de supernova

   
Nebulosa emergiendo de una supernova


Un grupo de astrofísicos ha detectado la formación de cobalto radioactivo durante una explosión de supernova, dando crédito a una teoría correspondiente de las explosiones de supernovas. Los detalles figuran en la revista Nature.
   El autor principal del artículo, Yevgeny Churazov (Instituto de Investigación Espacial de la Academia de Ciencias de Rusia), presentó los resultados de su análisis de los datos recogidos con el telescopio orbital de rayos gamma INTEGRAL, que se utilizó para detectar el isótopo radiactivo cobalto-56 (56Co).
   El isótopo 56Co tiene una vida media de sólo 77 días, y no existe en condiciones normales. Sin embargo, durante una explosión termonuclear gigante de una supernova, este efímera isótopo radiactivo se produce en grandes cantidades. La radiación de cobalto se registró en la supernova SN2014J, ubicada a 11 millones de años-luz de la Tierra
   Los astrofísicos nunca obtuvieron espectros similares antes. La razón era la rareza de explosiones en una distancia tal: 11 millones de años luz es un valor grande en la escala galáctica (el diámetro de una galaxia es de unos 100.000 años luz, la distancia entre las estrellas es de pocos años luz), pero en una escala intergaláctica es una distancia relativamente corta. Hay varios cientos de galaxias en un radio de diez millones de años luz; las supernovas producen explosiones como ésta una vez cada pocos siglos en una galaxia. Por ejemplo, la última supernova de tipo Ia en la Vía Láctea en 1606.
   SN2014J fue registrada el 21 de enero 2014 por el astrónomo Steve Fossey y un grupo de estudiantes del University College de Londres en la galaxia M82. Fossey informó sobre el descubrimiento, y varios observatorios, incluyendo INTEGRAL, comenzaron observaciones inmediatamente. Investigadores rusos estudiaron los espectros y  obtuvieron datos sobre cómo el brillo de la radiación cambia con el tiempo.
    De acuerdo con una teoría previa, durante una explosión del tipo Ia, los restos de una estrella apenas irradian rayos gamma en las primeras decenas de días. El caparazón de la estrella es opaco en esta región del espectro; una supernova comienza a producir radiación gamma sólo después de que la capa externa se ha enrarecido suficientemente. Para entonces, el níquel-56 radiactivo, con una vida media de 10 días, sintetizado durante la explosión, se transforma en cobalto-56 radiactivo, con trazas del mismo que fueron detectados por los investigadores.
   La esencia de análisis espectral se mantiene sin cambios cualquiera que sea la naturaleza de la radiación. Para la luz, los rayos X e incluso las ondas de radio, los científicos primero trazaron una gráfica de espectro, o la relación de la intensidad y la frecuencia.
   La forma de la gráfica indica la naturaleza de la fuente de radiación y por medio de qué ambiente ha pasado la radiación. Las líneas espectrales, o picos afilados en tales gráficos, corresponden a determinados eventos como la emisión o absorción de quantos por átomos durante la transición de un nivel de energía a otro.
   Durante la formación, el cobalto-56 tuvo un excedente de energía, agotado en forma de rayos gamma con energías de 847 keV y 1237keV; otros isótopos produjeron radiación con cuantos de diferentes energías y por lo tanto no podían ser confundidos con cobalto-56.
   Los datos recogidos por el telescopio INTEGRAL también permitieron a los investigadores evaluar la cantidad de cobalto radiactivo emitido durante la explosión - el equivalente a alrededor del 60% de la masa del Sol.
   Con el tiempo, el cobalto-56 se convierte en el isótopo más común de hierro, hierro56. Este es el isótopo más común, ya que se puede obtener de níquel emitido durante las explosiones de supernovas (el níquel se convierte en cobalto, y el cobalto se convierte en hierro).
   De este modo, los nuevos resultados respaldan simulaciones de explosiones de supernovas y también confirman que nuestro planeta se compone de la materia que ha pasado por explosiones termonucleares de una escala astronómica.