jueves, 26 de diciembre de 2013

El envejecimiento de los seres vivos no presenta un patrón claro

Un estudio internacional con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) muestra la variedad de patrones demográficos de envejecimiento presente en los organismos vivos. El análisis comparativo, realizado en un total de 46 especies de plantas, insectos, aves, reptiles, mamíferos y en el que se ha incluido al ser humano, en distintos países y momentos históricos, revela que los investigadores están aún lejos de definir las bases teóricas generales del envejecimiento en los seres vivos. Los resultados aparecen publicados en la revista Nature.

Crédito de la imagen: Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) muestra la variedad de patrones
Crédito de la imagen: Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) muestra la variedad de patrones
“Es la primera que vez que se muestran y comparan los patrones de mortalidad y fertilidad para especies muy diversas distribuidas a lo largo del árbol de la vida: desde algas a humanos, pasando por hierbas, árboles, gusanos, insectos, roedores y ballenas. Dichos patrones son inesperadamente variables, imposibles de explicar de forma simple mediante ninguna de las teorías actuales sobre senescencia”, explica la investigadora del CSIC María Begoña García, del Instituto Pirenaico de Ecología.
Entre las especies estudiadas, se encuentra la especie endémica de los Pirineos Borderea pirenaica, un pequeño ñame de origen tropical y toda una reliquia del Terciario tras sobrevivir a las glaciaciones. Esta planta deja una minúscula marca sobre el tubérculo, por la cual es posible saber que algunos ejemplares pueden sobrepasar los 300 años de edad. Asimismo, esta característica ha permitido a los investigadores del CSIC estimar las curvas de mortalidad y fertilidad de la especie y determinar que no muestra senescencia.
Probabilidades de morir y reproducirse
Tras recopilar las tablas de vida de organismos muy diversos, los científicos han comprobado que las curvas de mortalidad y fertilidad son tremendamente variables, de forma que, por ejemplo, en algunos organismos desciende la tasa de mortalidad o aumenta la de fertilidad conforme se hacen más viejos. Las diferentes estrategias vitales del árbol de la vida han evolucionado en distintos ambientes como resultado de variados compromisos entre sobrevivir y reproducirse a lo largo del ciclo vital.
“En parte debido al sesgo de los estudios en humanos, se ha asumido siempre que a partir de cierta edad los organismos muestran senescencia por diversas razones, de forma que aumenta su mortalidad y se reduce su capacidad para producir descendientes. Nuestros resultados muestran que esto no siempre es así, y que la variedad de curvas de mortalidad y fertilidad en el árbol de la vida es tal que podemos encontrar organismos en los que con la edad la probabilidad de morir desciende o mejora su funcionamiento reproductor”, precisa García.
El estudio sirve de base para avanzar en la generación de una teoría general sobre la senescencia que permita explicar por qué, cuándo y a qué velocidad los seres vivos entran en la fase final de su existencia. Según la investigadora del CSIC, “los resultados del estudio comparativo demuestran la necesidad de explorar nuevas ideas que ayuden a compatibilizar procesos y mecanismos universales de senescencia con esta diversidad de patrones observados de envejecimiento”.

Encuentran una causa del envejecimiento que es reversible

Un equipo de investigadores ha descubierto una de las causas del envejecimiento en los mamíferos, que puede ser reversible.

La proteína SIRT1, que se muestra en rojo, rodea a los cromosomas de la célula (en azul). Imagen de Ana Gomes
La proteína SIRT1, que se muestra en rojo, rodea a los cromosomas de la célula (en azul). Imagen de Ana Gomes
La esencia de este hallazgo es una serie de eventos moleculares que permiten la comunicación dentro de las células, entre el núcleo y las mitocondrias. El envejecimiento se acelera a medida que dicha comunicación se entorpece. Mediante la administración de una molécula producida naturalmente por el cuerpo humano, los científicos restauraron la red de comunicación en ratones de mayor edad. Las muestras posteriores de tejido revelaron características biológicas claves que fueron comparables a las de los animales mucho más jóvenes.
A menudo se dice que las mitocondrias son la “central eléctrica” de las células, debido a que generan la energía química necesaria para llevar a cabo las funciones biológicas esenciales. Estos orgánulos autónomos, que se encuentran dentro de nuestras células y albergan sus propios pequeños genomas, se han identificado como agentes biológicos claves del envejecimiento. Muchas enfermedades relacionadas con la edad como Alzheimer y diabetes se desarrollan gradualmente a medida que las mitrocondrias pierden su funcionalidad.
Generalmente los científicos han mostrado escepticismo ante la idea de que el envejecimiento se puede revertir, debido principalmente a la teoría imperante de que los males relacionados con la edad son el resultado de mutaciones en el ADN mitocondrial – y las mutaciones no se pueden revertir.
El autor principal del estudio, David Sinclair, profesor de genética de la facultad de medicina de la Universidad de Harvard, y su grupo, durante muchos años han estudiado la ciencia fundamental del envejecimiento, centrándose principalmente en un grupo de genes llamado sirtuinas. Los estudios anteriores del laboratorio del Prof. Sinclair mostraron que el compuesto resveratrol, que se encuentra en las uvas, el vino tinto y algunos frutos secos, activa a uno de estos genes: el SIRT1.
Ana Gomes, una científica postdoctoral del laboratorio de Sinclair, había estado estudiando ratones en los que se había retirado este gen SIRT1. Aunque predijeron con exactitud que estos ratones mostrarían signos de envejecimiento, incluyendo disfunción mitocondrial, los investigadores se sorprendieron al encontrar que la mayoría de las proteínas mitocondriales procedentes de núcleo de la célula se encontraban en niveles normales, y sólo las codificadas por el genoma mitocondrial se habían reducido.
“Esto no estaba de acuerdo con lo que sugiere la literatura”, dice Gomes.
Cuando Gomes y sus colegas investigaron las posibles causas, descubrieron una cascada compleja de eventos que comienza con una sustancia química llamada NAD y concluye con una molécula clave que transporta la información, y coordina las actividades entre el genoma nuclear de la célula y el genoma mitocondrial. Las células se mantienen saludables siempre que la coordinación entre los genomas sea fluida. El papel de SIRT1 es intermediario, similar al de un guardia de seguridad, que asegura que una molécula entrometida, llamada HIF-1, no interfiera con la comunicación.
Por razones aún poco claras, a medida que envejecemos los niveles del compuesto químico NAD disminuyen. Sin suficiente NAD, SIRT1 pierde su capacidad de vigilar a HIF-1. Los niveles de HIF-1 aumentan y comienzan a causar estragos en la comunicación. El equipo de investigación encontró que con el tiempo esta pérdida de la comunicación reduce la capacidad de las células de producir energía, y se manifiestan los signos del envejecimiento.
Si bien el detalle de este proceso provoca una disminución rápida de la función mitocondrial, otros signos del envejecimiento tardan más en producirse. Mediante la administración de un compuesto endógeno que las células transforman en NAD, Gomes encontró que podía reparar la red estropeada y restaurar rápidamente la comunicación y la función mitocondrial. Si el compuesto se administra lo suficientemente temprano, antes de la acumulación excesiva de la mutación, en cuestión de días se pueden revertir algunos aspectos del proceso de envejecimiento.
Al examinar los músculos de ratones de dos años de edad que habían recibido el compuesto NAD durante una semana, los investigadores buscaron indicadores de resistencia a la insulina, inflamación y pérdida de masa muscular. En todos los tres casos, el tejido de los ratones se parecía a la de los ratones de seis meses de edad. En años humanos , esto sería como que si alguien de 60 años pase a tener 20 años en estas áreas específicas.
Los investigadores ahora están estudiando lo que sucede con la administración de NAD durante un período más largo y su efecto en los ratones, y si el compuesto se puede utilizar para tratar con seguridad algunas enfermedades mitocondriales raras o enfermedades más comunes, tales como diabetes tipo 1 y tipo 2. A más largo plazo, Sinclair planea probar si el compuesto dará como resultado una vida más larga y saludable en los ratones.
Artículo científico: Ana P. Gomes, Nathan L. Price, Alvin J.Y. Ling, Javid J. Moslehi, Magdalene K. Montgomery, Luis Rajman, James P. White, João S. Teodoro, Christiane D. Wrann, Basil P. Hubbard, Evi M. Mercken, Carlos M. Palmeira, Rafael de Cabo, Anabela P. Rolo, Nigel Turner, Eric L. Bell, David A. Sinclair. Declining NAD+ Induces a Pseudohypoxic State Disrupting Nuclear-Mitochondrial Communication during AgingCell, Volume 155, Issue 7, 1624-1638, 19 December 2013, doi: 10.1016/j.cell.2013.11.037

domingo, 22 de diciembre de 2013

La receta para crear un universo

Cuando la sopa se calienta comienza a hervir. Cuando el tiempo y el espacio se calientan, puede surgir un universo en expansión, sin necesidad de nada parecido a un “Big Bang”. Un equipo de investigación de la Universidad Tecnológica de Viena, junto con colegas de Harvard, el MIT y Edimburgo ha descrito matemáticamente esta fase de transición entre un espacio vacío y un universo en expansión que contiene masa. La idea detrás de este resultado es una conexión notable entre la teoría cuántica de campos y la teoría de la relatividad de Einstein.

Receta para crear un universo: caliente y mezcle. (Imagen: Copyright: TU Wien)
Receta para crear un universo: caliente y mezcle. (Imagen: Copyright: TU Wien)

Un libro de cocina para el espacio-tiempo

Todo el mundo sabe sobre las transiciones entre fases líquidas, sólidas y gaseosas. Pero también el tiempo y el espacio pueden experimentar una transición de fase, tal como los físicos Steven Hawking y Don Page lo señalaron en 1983. En esa oportunidad calcularon que el espacio vacío puede convertirse en un agujero negro a una temperatura específica.
¿Un proceso similar puede crear un universo en expansión como el nuestro? Este fue el objeto del estudio de Daniel Grumiller de la Universidad Tecnológica de Viena, junto con sus colegas de los EE.UU. y Gran Bretaña. Sus cálculos muestran, que en efecto, hay una temperatura crítica en la que un espacio-tiempo plano y vacío se convierte en un universo en expansión con masa. “El espacio-tiempo vacío empieza a hervir, se forman burbujas pequeñas, una de las cuales se expande y, finalmente, ocupa todo el espacio-tiempo”, explica Grumiller.
Para que esto sea posible, el universo tiene que girar – por lo que la receta para crear el universo es “calentar y mezclar”. Sin embargo, la rotación que se necesita puede ser arbitrariamente pequeña. En un primer paso, los investigadores consideraron un espacio-tiempo con sólo dos dimensiones espaciales, “pero no hay ninguna razón para que lo mismo no sea cierto para un universo con tres dimensiones espaciales”, dice Grumiller.

En busca de la Estructura del Universo

Nuestro propio universo no parece haber llegado a existir de esta manera. El modelo de transición de fase no pretende sustituir a la teoría del Big Bang. “Hoy en día, los cosmólogos saben mucho acerca del universo primordial – no estamos desafiando sus conclusiones. Pero estamos interesados en la pregunta de qué transiciones de fase son posibles para el tiempo y el espacio, y cómo se puede describir la estructura matemática del espacio-tiempo”, dice Grumiller.
Estudio: Arjun Bagchi, Stephane Detournay, Daniel Grumiller, Joan Simon.Cosmic evolution from phase transition of 3-dimensional flat space.Phys. Rev. Lett. 111, 181301 (2013), doi: 10.1103/PhysRevLett.111.181301

sábado, 21 de diciembre de 2013

El envejecimiento de los seres vivos no presenta un patrón claro

Un estudio internacional con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) muestra la variedad de patrones demográficos de envejecimiento presente en los organismos vivos. El análisis comparativo, realizado en un total de 46 especies de plantas, insectos, aves, reptiles, mamíferos y en el que se ha incluido al ser humano, en distintos países y momentos históricos, revela que los investigadores están aún lejos de definir las bases teóricas generales del envejecimiento en los seres vivos. Los resultados aparecen publicados en la revista Nature.

Crédito de la imagen: Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) muestra la variedad de patrones
Crédito de la imagen: Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) muestra la variedad de patrones
“Es la primera que vez que se muestran y comparan los patrones de mortalidad y fertilidad para especies muy diversas distribuidas a lo largo del árbol de la vida: desde algas a humanos, pasando por hierbas, árboles, gusanos, insectos, roedores y ballenas. Dichos patrones son inesperadamente variables, imposibles de explicar de forma simple mediante ninguna de las teorías actuales sobre senescencia”, explica la investigadora del CSIC María Begoña García, del Instituto Pirenaico de Ecología.
Entre las especies estudiadas, se encuentra la especie endémica de los Pirineos Borderea pirenaica, un pequeño ñame de origen tropical y toda una reliquia del Terciario tras sobrevivir a las glaciaciones. Esta planta deja una minúscula marca sobre el tubérculo, por la cual es posible saber que algunos ejemplares pueden sobrepasar los 300 años de edad. Asimismo, esta característica ha permitido a los investigadores del CSIC estimar las curvas de mortalidad y fertilidad de la especie y determinar que no muestra senescencia.
Probabilidades de morir y reproducirse
Tras recopilar las tablas de vida de organismos muy diversos, los científicos han comprobado que las curvas de mortalidad y fertilidad son tremendamente variables, de forma que, por ejemplo, en algunos organismos desciende la tasa de mortalidad o aumenta la de fertilidad conforme se hacen más viejos. Las diferentes estrategias vitales del árbol de la vida han evolucionado en distintos ambientes como resultado de variados compromisos entre sobrevivir y reproducirse a lo largo del ciclo vital.
“En parte debido al sesgo de los estudios en humanos, se ha asumido siempre que a partir de cierta edad los organismos muestran senescencia por diversas razones, de forma que aumenta su mortalidad y se reduce su capacidad para producir descendientes. Nuestros resultados muestran que esto no siempre es así, y que la variedad de curvas de mortalidad y fertilidad en el árbol de la vida es tal que podemos encontrar organismos en los que con la edad la probabilidad de morir desciende o mejora su funcionamiento reproductor”, precisa García.
El estudio sirve de base para avanzar en la generación de una teoría general sobre la senescencia que permita explicar por qué, cuándo y a qué velocidad los seres vivos entran en la fase final de su existencia. Según la investigadora del CSIC, “los resultados del estudio comparativo demuestran la necesidad de explorar nuevas ideas que ayuden a compatibilizar procesos y mecanismos universales de senescencia con esta diversidad de patrones observados de envejecimiento”.

Detectan una distorsión sutil en la Luz más antigua del Universo

Por medio del Telescopio del Polo Sur, un equipo de científicos ha detectado, por primera vez, una distorsión sutil en la luz más antigua del Universo, lo que puede ayudar a revelar los secretos sobre los primeros momentos de su formación.

La observación de patrones zigzagueantes en la polarización del fondo de microondas cósmico puede proporcionar evidencia dramática de la inflación, el período turbulento teorizado en los momentos después del Big Bang, cuando el Universo se expandió con gran rapidez. Foto de Daniel Luong Van
La observación de patrones zigzagueantes en la polarización del fondo de microondas cósmico puede proporcionar evidencia dramática de la inflación, el período turbulento teorizado en los momentos después del Big Bang, cuando el Universo se expandió con gran rapidez. Foto de Daniel Luong Van
Los científicos observaron patrones zigzagueantes en la polarización del fondo de microondas cósmico: la luz que en el pasado interactuó con la materia, muy temprano en la historia del universo, menos de 400.000 años después del Big Ban. Estos patrones, conocidos como “modos B”, son causados por lentes gravitacionales, un fenómeno que se produce cuando la trayectoria de la luz se dobla al pasar cerca de objetos masivos, algo similar a la forma en que una lente enfoca la luz.
La revista Physics World ha calificado el hallazgo como uno de los diez avances principales de la física en 2013.
El Prof. John Carlstrom, quien dirigió el estudio, declaró que “la detección de polarización de modo B por el Telescopio del Polo Sur es un hito importante, un logro técnico que indica la física emocionante por venir”.
El fondo cósmico de microondas es un mar de fotones (partículas de luz) dejados por el Big Bang, que impregnan todo el espacio a una temperatura de menos 270 grados centígrados – apenas 3 grados por encima del cero absoluto. Las mediciones de esta antigua luz ya han brindado a los físicos una riqueza de conocimientos sobre las propiedades del universo.
La luz se polariza cuando sus ondas electromagnéticas se orientan preferentemente en una dirección particular. La luz del fondo cósmico de microondas se polarizó principalmente debido a la dispersión de fotones en el universo temprano, por el mismo proceso por el que la luz se polariza cuando se refleja en la superficie de un lago o en el capó de un coche.
La dispersión simple no puede generar los modos B, que surgen a través de un proceso más complejo, de ahí el interés de los científicos en su medición. Las lentes gravitatorias hacen posibles los modos B cuando los fotones pasan por las galaxias y otros objetos masivos en su camino hacia la tierra.
Para desentrañar los modos B, los científicos utilizaron un mapa de la distribución de la masa en el universo para determinar dónde debe producirse el efecto de una lente gravitacional.
El estudio cuidadoso de estos modos B podrá ayudar a los físicos a comprender mejor el Universo. Los patrones se pueden utilizar para trazar la distribución de la masa, y por lo tanto definir con mayor precisión las propiedades cosmológicamente importantes como la masa de los neutrinos, que son partículas elementales que prevalecen en todo el cosmos.
Los científicos esperan obtener evidencia dramática de la inflación, el período turbulento teorizado en los momentos después del Big Bang, cuando el Universo se expandió con gran rapidez. La inflación es una teoría bien considerada entre los cosmólogos, porque sus predicciones concuerdan con las observaciones, pero hasta ahora no hay una confirmación definitiva de ésta. La medición de los modos B generados por la inflación es una forma posible de despejar la duda persistente.
“La detección de una señal primordial de polarización de modo B en el fondo de microondas equivaldría a encontrar los primeros temblores del Big Bang”, dijo el autor principal del estudio, Duncan Hanson, un científico postdoctoral de la Universidad McGill en Canadá.
Los modos B de la inflación son causados por las ondas gravitacionales. Esas ondulaciones en el espacio-tiempo se generan por las intensas turbulencias gravitatorias, las condiciones que habrían existido durante la inflación. Estas ondas darían lugar a patrones de polarización zigzagueantes, reveladores de los modos B. La medición de la polarización resultante no solo sería la confirmación de la teoría de la inflación – un gran logro científico en sí mismo, sino que también brindaría información sobre la física a muy altas energías – mucho más altas de las que se pueden lograr con aceleradores de partículas.
La medición de los modos B de lente gravitatoria es un primer paso importante en la búsqueda de la medición de los modos B inflacionarios.
Estudio: D. Hanson el alDetection of B-Mode Polarization in the Cosmic Microwave Background with Data from the South Pole TelescopePhysical Review Letters, 111, 141301 (2013), doi: 10.1103/PhysRevLett.111.141301

Los neandertales tenían pensamientos simbólicos complejos

El 3 de agosto de 1908, los hermanos Bouyssonie descubrieron un esqueleto casi completo de Neandertal (LCS1) en una fosa cavada en los depósitos del yacimiento Bouffia Bonneval, en La Chapelle-aux-Saints (Francia). Por primera vez se contemplaba la hipótesis de la posible existencia de enterramientos intencionales y, por lo tanto, la capacidad de pensamiento simbólico en un grupo humano del Pleistoceno superior distinto al de los humanos anatómicamente modernos (nosotros).

Recreación de un grupo de Neandertales. Crédito: Agencia Iberoamericana para la difusión de la ciencia y la tecnología
Recreación de un grupo de Neandertales. Crédito: Agencia Iberoamericana para la difusión de la ciencia y la tecnología
Ello modificó drásticamente el enfoque de algunas investigaciones y los arqueólogos comenzaron a buscar evidencias de enterramiento neandertal. En los cinco años siguientes a este descubrimiento, se hallaron otras nueve supuestas sepulturas, y a día de hoy ya se han registrado cerca de cuarenta casos posibles, algunos de las cuales (Kebara 2 y Shanidar 4/6/8/9) reflejan las prácticas funerarias complejas. Todos estos hallazgos han cambiado profundamente la percepción acerca de los neandertales.
Sin embargo, en las últimas décadas se han levantado numerosas críticas y dudas sobre la capacidad cognitiva de dicha especie para enterrar a sus muertos. Ahora, un nuevo estudio publicado en el PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences), “Evidence supporting an intentional Neandertal burial at La Chapelle-aux-Saints”, confirma el origen antropogénico de la fosa de La Chapelle-aux-Saints, con lo cual se avala la capacidad de pensamiento simbólico de las poblaciones neandertales.
Este estudio ha sido realizado por un equipo internacional dirigido por el Dr. William Rendu del Center for International Research in the Humanities and Social Sciences, Unités Mixtes Internationales 3199, CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique), de la New York University, y entre muchos otros colaboradores, también ha contado con la participación de Carlotta Tavormina, colaboradora del IPHES (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social) y estudiante del doctorado de Prehistoria en la Universitat Rovira i Virgili (URV ), en Tarragona.
“Este trabajo es una nueva prueba de que los neandertales han sido capaces de desarrollar por sí mismos algunos pensamientos simbólicos complejos. Por lo tanto, los neandertales y los humanos anatómicamente modernos (nosotros, Homo sapiens) somos muy similares por lo que a este comportamiento se refiere”, explica William Rendu desde Nueva York.
“Para poder contrastar nuestra hipótesis, tuvimos que caracterizar el contexto arqueológico en que se halla el Bouffia Bonneval”, cuenta Dr. Rendu. “Así excavamos y analizamos los niveles arqueológicos de una cavidad contemporánea situada a 70 metros de distancia. Todo ello ha supuesto mucho tiempo de dedicación, pero era necesario y los resultados han sido incluso mejores de lo que esperábamos”.
El análisis de la fosa es concluyente por lo que respecta a su origen antrópico. El análisis tafonómico de los restos humanos demuestra que el cuerpo fue cubierto rápidamente, para protegerlo de cualquier perturbación post mortem, tales como modificaciones de meteorización o ataques de carnívoros. Estos dos elementos, combinados con la conexión anatómica en que se conservó el esqueleto, sostienen la hipótesis de que se trataba de una sepultura intencionada.
William Rendu ha manifestado: “Una de las cosas más emocionantes para nosotros es que 100 años después del descubrimiento de aquéllos restos, hemos sido capaces de encontrar nuevas pruebas debido a los avances metodológicos, que hemos aplicado a los restos encontrados en 1908. Esto pone de relieve la importancia de la protección del sitio y de la conservación de las colecciones arqueológicas, pues este tipo de patrimonio puede proporcionar datos muy importantes en la actualidad”.
El mismo investigador ha querido enmarcar este nuevo hallazgo en la tendencia generada en la última década, gracias a una cantidad creciente de investigaciones que han puesto de relieve el desarrollo en algunas poblaciones de neandertales del pensamiento simbólico complejo, tal como lo demuestran el uso de plumas, las colecciones de conchas peculiares , etc”. “Estamos encantados de contribuir a representar esta nueva imagen de los neandertales”, asegura.

Confirnan que son cuatro los brazos de la Vía Láctea

Tras años de debates, provocados por imágenes del Telescopio Espacial Spitzer, que sólo mostraron dos brazos, un nuevo estudio de 12 años de las estrellas masivas ha reafirmado que nuestra galaxia tiene cuatro brazos espirales.

La imagen muestra una impresión artística de nuestra galaxia, la Vía Láctea, con las estrellas masivas señaladas por círculos rojos, y la posición del Sistema Solar indicada por un círculo negro (en la parte central superior). Crédito: J. Urquhart et al. Imagen de fondo de Robert Hurt, del Centro de Ciencias de Spitzer.
La imagen muestra una impresión artística de nuestra galaxia, la Vía Láctea, con las estrellas masivas señaladas por círculos rojos, y la posición del Sistema Solar indicada por un círculo negro (en la parte central superior). Crédito: J. Urquhart et al. Imagen de fondo de Robert Hurt, del Centro de Ciencias de Spitzer.
Los astrónomos no pueden ver cómo luce nuestra galaxia — la Vía Láctea — ya que nos encontramos en su interior, pero pueden deducir su forma a partir de observaciones cuidadosas de sus estrellas y de sus distancias de la Tierra.
En la década de 1950 los astrónomos usaron radiotelescopios para mapear nuestra galaxia. Sus observaciones se centraron en las nubes de gas en la Vía Láctea, en las que nacen nuevas estrellas, lo que reveló la existencia de cuatro brazos principales. Sin embargo, las observaciones en luz infrarroja del Telescopio Espacial Spitzer de la NASA, mostraron únicamente la existencia de dos brazos espirales.
Los astrónomos responsables del nuevo estudio usaron varios radiotelescopios en Australia, EE.UU. y China para observar de forma individual a más de 1650 estrellas masivas que habían sido identificadas anteriormente. A partir de sus observaciones calcularon las distancias y luminosidades de las estrellas masivas, lo que ha revelado una distribución de cuatro brazos espirales.
El coautor de la investigación, Prof. Melvin Hoare, explica que no se trata de que los resultados actuales sean correctos y que los datos del Spitzer estén equivocados, sino que los dos sondeos tenían objetivos distintos. SpitzerE UsUólo ve las estrellas de menor masa como el Sol, que son mucho más numerosas que las estrellas masivas, añade el investigador.
Las estrellas masivas son mucho menos comunes que las de menor masa, ya que sólo viven por un corto tiempo — unos 10 millones de años. Debido a sus tiempos de vida más cortos, las estrellas masivas sólo se encuentran en los brazos en los que se formaron, lo que podría explicar la discrepancia en el número de brazos galácticos según los diferentes equipos de investigación.
Estudio: J. S. Urquhart, C. C. Figura, T. J. T. Moore, M. G. Hoare, S. L. Lumsden, J. C. Mottram, M. A. Thompson, R. D. Oudmaijer. The RMS survey: galactic distribution of massive star formation. Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, 2013, doi: 10.1093/mnras/s
Fuente: The Royal Astronomical Society