jueves, 25 de octubre de 2012

Contaminación por humo de tabaco


 




El estudio ha conseguido demostrar por primera vez, mediante el análisis del aliento, que los niveles de contaminación por humo de tabaco al que llegan las personas no fumadoras que trabajan en ambientes en que se permite fumar son excesivos, incluso poco tiempo después de haber estado en contacto con el humo.


El estudio lo ha llevado a cabo el Grupo de Investigación de Tecnologías bioanalíticas del Departamento de Química de la UdG, dirigido por el Dr. Juan M. Sánchez, con la participación de la Dra. Enriqueta Antiguo y doctorandas Mónica Alonso y Anna Godayol.

El Grupo había demostrado en un estudio anterior que el 2,5-dimetilfurano (una sustancia presente en el humo del tabaco) era un biomarcador excelente para asegurar la condición de fumadora de una persona a partir del análisis del aliento. La misma sustancia, detectada en el aire de diferentes recintos, se ha utilizado para medir lo que se conoce como «humo ambiental del tabaco».

Se ha realizado una prueba piloto con la participación de voluntarios no fumadores que trabajan en locales donde se permite fumar. Los resultados demuestran que, en todos los casos evaluados, el aliento de estas personas presenta niveles medibles de 2,5-dimetilfurano a partir de unas pocas horas después de trabajar en contacto con el humo del tabaco, lo que tiene, desde el punto de vista de salud pública y laboral, una gran importancia. Por primera vez ha sido posible hacer un seguimiento del proceso de contaminación por humo de tabaco de los fumadores pasivos directamente en el lugar de trabajo y en el mismo momento en que se produce la contaminación, porque la metodología empleada permite obtener la muestra y hacer la determinación en un periodo inferior a una hora.

El humo ambiental del tabaco inhibe la capacidad de la sangre para llevar oxígeno a los tejidos corporales, incluidos el corazón y el cerebro, debido a la gran cantidad de monóxido de carbono que contiene, además de miles de sustancias químicas, entre ellas, más de cuarenta compuestos de conocido efecto cancerígeno, como el benceno. Sin embargo, la presencia en el aire de otras fuentes de contaminación, como por ejemplo la que producen los vehículos de motor de combustión interna, hacía muy difícil demostrar científicamente la relación entre el tabaco y la contaminación en locales cerrados. Cabe decir que la contaminación atmosférica sólo está regulada en ambientes exteriores.

Para obtener los resultados se han evaluado más de sesenta locales de fumadores, no fumadores y ambientes exteriores. La aplicación de la metodología desarrollada por el grupo de la UdG ha demostrado que es posible detectar compuestos volátiles, presentes en el aire, a niveles muy inferiores de los alcanzados con las técnicas convencionales, y ha permitido detectar el compuesto de interés, incluso en los locales donde sólo había presente un fumador. El 2,5-dimetilfurano únicamente se detecta en los espacios interiores en que se ha fumado, aunque sea en pequeñas cantidades. La elevada eficacia predictiva del compuesto ha permitido comprobar que cada tipo de local muestra niveles de contaminación diferentes. Por ejemplo, los restaurantes suelen presentar niveles de contaminación inferiores a los bares o las cafeterías. También se ha constatado que los niveles de contaminación en periodos cálidos son inferiores que los niveles que se detectan en periodos fríos, porque las puertas y las ventanas están abiertas. Todo parece indicar que los sistemas de ventilación artificiales instalados en muchos locales no son útiles para eliminar la contaminación.

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