Un estudio internacional con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) muestra la variedad de patrones demográficos de envejecimiento presente en los organismos vivos. El análisis comparativo, realizado en un total de 46 especies de plantas, insectos, aves, reptiles, mamíferos y en el que se ha incluido al ser humano, en distintos países y momentos históricos, revela que los investigadores están aún lejos de definir las bases teóricas generales del envejecimiento en los seres vivos. Los resultados aparecen publicados en la revista Nature.
“Es la primera que vez que se muestran y comparan los patrones de mortalidad y fertilidad para especies muy diversas distribuidas a lo largo del árbol de la vida: desde algas a humanos, pasando por hierbas, árboles, gusanos, insectos, roedores y ballenas. Dichos patrones son inesperadamente variables, imposibles de explicar de forma simple mediante ninguna de las teorías actuales sobre senescencia”, explica la investigadora del CSIC María Begoña García, del Instituto Pirenaico de Ecología.
Entre las especies estudiadas, se encuentra la especie endémica de los Pirineos Borderea pirenaica, un pequeño ñame de origen tropical y toda una reliquia del Terciario tras sobrevivir a las glaciaciones. Esta planta deja una minúscula marca sobre el tubérculo, por la cual es posible saber que algunos ejemplares pueden sobrepasar los 300 años de edad. Asimismo, esta característica ha permitido a los investigadores del CSIC estimar las curvas de mortalidad y fertilidad de la especie y determinar que no muestra senescencia.
Probabilidades de morir y reproducirse
Tras recopilar las tablas de vida de organismos muy diversos, los científicos han comprobado que las curvas de mortalidad y fertilidad son tremendamente variables, de forma que, por ejemplo, en algunos organismos desciende la tasa de mortalidad o aumenta la de fertilidad conforme se hacen más viejos. Las diferentes estrategias vitales del árbol de la vida han evolucionado en distintos ambientes como resultado de variados compromisos entre sobrevivir y reproducirse a lo largo del ciclo vital.
“En parte debido al sesgo de los estudios en humanos, se ha asumido siempre que a partir de cierta edad los organismos muestran senescencia por diversas razones, de forma que aumenta su mortalidad y se reduce su capacidad para producir descendientes. Nuestros resultados muestran que esto no siempre es así, y que la variedad de curvas de mortalidad y fertilidad en el árbol de la vida es tal que podemos encontrar organismos en los que con la edad la probabilidad de morir desciende o mejora su funcionamiento reproductor”, precisa García.
El estudio sirve de base para avanzar en la generación de una teoría general sobre la senescencia que permita explicar por qué, cuándo y a qué velocidad los seres vivos entran en la fase final de su existencia. Según la investigadora del CSIC, “los resultados del estudio comparativo demuestran la necesidad de explorar nuevas ideas que ayuden a compatibilizar procesos y mecanismos universales de senescencia con esta diversidad de patrones observados de envejecimiento”.